Nadie quería jugar con Cruz. Los niños de su pueblo se negaban a compartir con ella, nacida con labio y paladar hendido en Honduras.
Atemorizada por lo que pudiera ocurrir con su pequeña, su madre María decidió que no fuera a la escuela. Cruz solamente podía jugar con alguno de sus 11 hermanos. Ella es la décima de una familia que vive de la agricultura de subsistencia. Plantan frijol y maíz en tierras que alquilan. La niña ayuda en los quehaceres del hogar.
Cuando su madre notó que estaba embarazada de Cruz acudió a un centro médico. Nunca recibió un ultrasonido, solamente controles de salud y vitaminas. El parto fue en soledad y en casa.
Inolvidable y atemorizante fue la sorpresa a ver a su pequeña con hendidura facial. No tenía mucha información sobre esta condición. Solamente sabía de una sobrina que había nacido con hendidura facial unos años antes.
Sin saber qué hacer, María y su esposo Saturnino se resignaron a aceptar lo que consideraban la “voluntad de Dios”. Y comenzaron a improvisar.
Primero intentó amamantarla, pero no era posible. Luego utilizó un biberón que había usado con sus hermanos y comenzó a darle leche en polvo. Pese a su poco peso al nacer y las dificultades para alimentarse, Cruz siempre fue una bebé sana. Se enfermaba muy poco.
Lejos de todo, María nunca acercó a Cruz a un hospital hasta que un funcionario de la municipalidad local los puso en contacto con Operación Sonrisa Honduras.
Cruz recién pudo viajar a Tegucigalpa cuando tenía 10 años. No pudo recibir cirugía gratuita en esa ocasión porque enfermó de gripe. Hubo que esperar un poco más. Era un esfuerzo que su familia estaba dispuesta a hacer luego de una década de sufrimiento y aislamiento.
Muchos niños que nacen con hendidura facial en América Latina y alrededor del mundo sufren humillaciones y acoso de parte de sus vecinos o compañeros de escuela, lo que conduce al aislamiento y la falta de confianza.
Operation Smile ha lanzado un plan a 10 años para alcanzar a los pacientes en todo el mundo y al mismo tiempo reforzar los sistemas de salud en los países en los que trabaja. Para ello trabaja con hospitales locales para acercar el tratamiento a las familias.
Los voluntarios le avisaron a María de que se realizaría un programa quirúrgico más cerca de su hogar, en el poblado de Gracias, al oeste de Honduras.
“Me dio lástima ver a mi hija así”, dijo una feliz María luego de la cirugía que recibió Cruz. Les pidió a los donantes “que no paren de dar ayuda” para cambiar la vida de los pacientes con hendidura facial.
Seguramente a Cruz la espera un futuro brillante gracias al apoyo de los donantes y los voluntarios de Operación Sonrisa Honduras.