Su madre, Eluvia, nunca tenía una respuesta.
Sin acceso a ultrasonidos prenatales, la primera vez que Eluvia vio la hendidura facial de Dayana fue cuando el médico colocó a su hija en sus brazos después de dar a luz.
Eluvia regresó a casa con amor y esperanza por el futuro de la bebé. Pero a pesar de ser aceptada por su comunidad y su familia, Dayana pronto comenzó a enfrentar obstáculos que amenazaban su vida.
Debido a la gravedad de su hendidura facial, amamantar se volvió imposible y su madre dijo que se quedaba despierta por la noche llorando porque no podía alimentar a su bebé.
De todas formas, en esos momentos en que se veía abrumada por el miedo y la incertidumbre, Eluvia se negó a darse por vencida.
Dayana recibió atención como nunca antes. Foto: Rohanna Mertens.
Recurrió a alimentar a Dayana con un sustituto a base de agua y con un biberón. Esto no solo significó una carga financiera inesperada para la familia, sino que también puso a la bebé en riesgo de sufrir desnutrición.
Dos meses después del nacimiento, profesionales médicos le dijeron a Eluvia que Dayana era demasiado joven para ser operada y que tendría que esperar hasta que cumpliera tres años.
La familia se armó de paciencia y esperó. Eluvia volvió a intentarlo cuando se enteró de un programa (no afiliado a Operación Sonrisa Guatemala) que se estaba llevando a cabo en Petén. Pero la familia nunca recibió ningún apoyo adicional y no estaba segura de adónde ir o con quién hablar para obtener más información.
Durante los siguientes ocho años, Eluvia no recibió noticias sobre otras oportunidades de cirugía. A diferencia de experiencias anteriores, la familia nunca se sintió sola una vez que se conectó con Operación Sonrisa Guatemala.
Dado que Dayana era una paciente mayor que ya había soportado muchos años de vivir con una hendidura facial sin tratar, se convirtió en una de las pacientes prioritarias.
El equipo de voluntarios se mantuvo en contacto con Eluvia, asegurándole que harían todo lo posible para brindarle a su hija el tratamiento que cambiaría su vida y que tanto había esperado recibir.
Y todo cambió finalmente en mayo pasado, cuando Dayana fue operada en un programa quirúrgico en Ciudad de Guatemala.