De Venezuela a Iquitos, Perú Yoel, su esposa, Yelisbeth, y sus cuatro hijas son una de las familias que dejaron atrás su casa, sus amigos y sus trabajos en busca de una vida mejor.
Aunque la decisión de Yelisbeth y Yoel de irse de Venezuela la motivó su deseo de encontrar un lugar seguro para criar a sus hijos, también buscaban algo que les costaba mucho encontrar en su país de origen: una cirugía para su hija de tres meses, Elizabeth.
Elizabeth nació con problemas de labio hendido y una diferencia en las extremidades que le afectaba la mano izquierda. En su travesía llegaron a Iquitos, Perú, la familia conoció a un hombre que les habló de Operación Sonrisa y de las cirugías gratuitas que ofrece a niños como Elizabeth.
Para aprovechar la oportunidad de ayudar a su hija, Yoel se puso en contacto con el equipo Fundación Operación Sonrisa Perú, solo para descubrir que la solución estaría fuera de su alcance: la próxima misión médica estaba programada para Lima, una ciudad que estaba muy lejos de donde su familia se había instalado.
En un intento de evitar que su familia tuviese que afrontar otra larga distancia de viaje, Yoel se puso en contacto con Operación Sonrisa Brasil. Una vez informados de que la familia era venezolana, ellos les animaron a buscar una cirugía segura en la fundación de su país natal. Pero con estos tiempos tan difíciles en el país y en la fundación, no había misiones programadas para ninguna fecha próxima.
A pesar de los continuos retos que impidieron que él y su familia se establecieran pacíficamente en el nuevo país, Yoel encontró la fuerza en su familia para perseverar. Aunque no estaba seguro de cuál sería el resultado, Yoel decidió ponerse en contacto con Operación Sonrisa Brasil una vez más. Esta vez, cuando termino la llamada, él estaba con más esperanza que nunca.
El equipo le dijo a Yoel que, en un mes y medio, se llevaría a cabo una misión médica en Porto Velho, y este lugar no era cercano sino que estaba a más de 650 millas de distancia. Es por ello que Yoel decido compartir por radio, la historia de Elizabeth y su intención de viajar a Brasil para conseguir la atención médica que ella necesitaba. Conmovido por la historia y la fortaleza de la familia, el propietario de una empresa de barcos que les escucho les ofreció pasajes para que subieran a su barco y viajaran por el río Amazonas hasta Santa Rosa de Yavarí, la última ciudad antes de la frontera con Brasil.
Esto dio inicio al primer paso del largo y complejo viaje que se interponía entre Elizabeth y los cuidados que podrían cambiar su vida para siempre.
De Iquitos a Tabatinga, Brasil
La familia tardó casi tres días en llegar a Brasil.
En su viaje a Tabatinga, una ciudad amazónica situada al otro lado de la frontera, la familia se sorprendió una vez más y se conmovió por la compasión que les mostraron en el camino.
“Tuvimos la ayuda de mucha gente”, recordó Yoel. “Gente que nunca habíamos visto nos dio comida y alojamiento”.
Esto nos recuerda una vez más que al final todos somos una gran comunidad y que juntos podemos lograr mucho.
Photo: Carla Formanek.
De Tabatinga a Manaus, Brasil
Al llegar a Tabatinga, la familia se cruzó con una mujer llamada Cristiana, que generosamente les ofreció alojamiento y comida.
Yelisbeth y Yoel dependían de los escasos ingresos que obtenían de la venta de bombones y de algunas de sus últimas posesiones que aún tenían con ellos.
A más de 550 millas de la misión médica, la familia estimaba que el siguiente tramo de su viaje les costaría casi tres veces el dinero que tenían en ese momento.
Pero como sabían que su sueño de conseguir la cirugía de Elizabeth estaba cada vez más cerca de su alcance, toda la familia hizo una vez más increíbles sacrificios para ganar dinero: dejaron al perro que los había acompañado en casa de Cristiana, vendieron su nevera y abandonaron uno de sus tuk tuks, un triciclo motorizado, ahora los seis tenían que compartir uno.
Después de casi cuatro días de viaje, todos llegaron sanos y salvos a la capital amazónica. Ahí hablaron con los camioneros para conocer mejor las condiciones de la carretera, luego de eso “Dijimos ‘¡Nos vamos mañana!’, pusimos la alarma a las tres de la mañana y nos fuimos”, dijo Yoel.
Photo: Carla Formanek.
De Manaus a Porto Velho, Brasil
En el transcurso del día, el suave camino pavimentado al que la familia se había acostumbrado dio paso a la suciedad y la grava suelta.
“Era una línea infinita hasta el horizonte. Y al lado del camino, solo veíamos el bosque”, dijo Yoel. “Viajamos durante millas sin pasar por ninguna comunidad”. Pero de pronto, los aparentemente interminables caminos polvorientos cesaron al llegar al río Igapó-Açu, situado en el noroeste de Brasil.
Aunque atravesar el río en transbordador alivió por momentos a la familia, Yoel sabía que aún les quedaba un largo camino por recorrer antes de llegar al lugar de la misión, Porto Velho, que estaba a casi 350 millas de distancia.
Después de salir del transbordador, Yelisbeth, Yoel y sus hijos se encontraron con más sol, calor y polvo mientras continuaban su viaje. Con el agotamiento que pesaba sobre toda la familia, se detuvieron y se dieron un descanso a un lado de la carretera. Al ver la señal de Yoel en la carretera, un camionero se detuvo y ofreció llevar a la familia a Porto Velho por un módico precio.
Yelisbeth dijo que todavía recuerda el olor penetrante de la gasolina del carro. Y por la noche, cuando el conductor se detenía a descansar después de largas horas de viaje, le recordaba a la familia que corrían peligro por estar tan cerca de la selva amazónica.
“Escuchamos fuertes ruidos del bosque, y, de repente, vi un par de ojos brillantes salir de las plantas. Eran jaguares”, dijo Yoel. “Solo podía pensar en las chicas. Eran mi única preocupación”.
Con las últimas fuerzas que les quedaban, la familia sobrevivió y recorrió el ultimo tramo hasta el hospital, llegando un día antes del inicio de la misión.
Elizabeth al cuidado de los voluntarios médicos de Operación Sonrisa Brasil. Foto: Carla Formanek.
El equipo médico de Operación Sonrisa Brasil recibió a Elizabeth y a su familia con compasión. Y después de que Elizabeth superara su evaluación médica completa, los voluntarios y el personal se esforzaron por contener las lágrimas de alegría cuando informaron a Yoel y Yelisbeth que había sido seleccionada para la cirugía.
“Fue un gran sacrificio, pero cuando llegamos aquí, no imaginábamos que nos recibirían con tanto afecto y amor”, dijo Yoel. Incluso dijo que la familia espera instalarse en Brasil para siempre después del tratamiento que recibieron por parte de las personas comprometidas con la organización.
Al ver la nueva y hermosa sonrisa de Elizabeth, Yelisbeth y Yoel supieron que cada sacrificio que hicieron y cada milla que recorrieron para llegar a ese momento habían valido la pena.
Yelisbeth mira con alegría la nueva sonrisa de su hija.
Photo: Carla Formanek.