La Dra. Amaya acaba de participar en un programa quirúrgico realizado únicamente por mujeres. Foto: Operación Sonrisa Honduras.
Gladys Amaya Sarmiento es cirujana plástica voluntaria y subdirectora médica de Operación Sonrisa Honduras. Asegura que el trabajo con la fundación le cambió la vida en todos los sentidos. Gladys conoció a Operación Sonrisa Honduras cuando hacía su residencia de medicina y no volvió a mirar atrás. Primero participó en un programa para residentes, enseguida optó por los cursos que se ofrecían y comenzó a colaborar en cirugías desde 2015.
El contacto con los programas quirúrgicos fueron una revelación. “No me imaginaba la magnitud del problema de salud que teníamos en Honduras”.
Hablamos con Gladys sobre su experiencia con Operación Sonrisa Honduras y el papel de las mujeres en los programas quirúrgicos.
Gladys Amaya. Foto: Captura de pantalla tomada de la entrevista virtual.
Pregunta: ¿Qué sentiste en tu primer programa quirúrgico con Operación Sonrisa Honduras?
Respuesta: La primera vez era residente y me sentía como que era extranjera en mi país. Todos se conocían y sin embargo fui muy bien recibida. Lo bueno es que como residente trabajas con doctores que ya tenían 25 años reparando labios y paladares hendidos. Una cree que lo sabe todo, pero ante un maestro una se da cuenta de que falta mucho por aprender. Me tocó trabajar con buenas personas que me iban llevando de la mano, explicándome las cosas poco a poco. Todo de manera muy cariñosa. Sentí que era una familia, fue muy impactante.
Tuve la oportunidad en ese primer programa de trabajar en el preoperatorio. Y llegaron como 300 pacientes. Al final de la jornada estaba tan cansada que no podía ni pensar. No me imaginaba la magnitud del problema de salud que teníamos en Honduras.
P: ¿Cómo era tu experiencia con niños antes del primer programa con Operación Sonrisa Honduras?
R: Soy cirujana general y tenía experiencia como asistente en cirugías de labio y/o paladar hendido. Pero no es lo mismo asistir a ir a un programa que solamente hace esto. Antes tal vez operábamos a cuatro o cinco pacientes y yo era la asistente. No eran 100 ó 90. Tampoco había cinco cirujanos operando al mismo tiempo.
P: ¿Crees que participar en los programas de Operación Sonrisa Honduras te hizo mejor cirujana?
R: Completamente. Si comparas mis primeros resultados con los actuales, los últimos son completamente mejores. Pero no se trata solamente de la habilidad quirúrgica. Todo el mundo se vuelve sensible.
Me encanta porque tengo contacto con cirujanos de diferentes ciudades y nos conocemos y compartimos. Cada programa es diferente. Aunque sea la cirujana principal, una pequeña sugerencia de algún colega puede hacer la diferencia.
Alguien puede pensar que es algo repetitivo operar un labio o un paladar hendido, pero no, se trata de los pacientes. Una va haciendo experiencia, adquiriendo conocimientos y volviéndose más sensible.
Cuando empecé en Operación Sonrisa ya tenía un hijo y ello me generó una empatía enorme para con los niños con labio y/o paladar hendido.
Una tiene un enamoramiento patológico de Operación Sonrisa. Se vuelve obsesivo. Pero alguien me dijo ‘la caridad empieza en casa’ y aprendí a tener un poco de equilibrio entre los programas y mi hogar.
Las voluntarias entablaron una conexión especial con los pacientes y sus madres. Fotografía: Operación Sonrisa Honduras.
P: ¿Cómo impacta la experiencia en los demás voluntarios? ¿Tus asistentes adquieren conocimientos que después vuelcan en sus comunidades?
R: En Operación Sonrisa operamos con una instrumentista y nada más. Entonces una como que aprende a trabajar con las dos manos. La instrumentista ya sabe todo lo que tiene que hacer y ya conoce mis ritmos durante una cirugía.
El trabajo en equipo es lo mejor que se puede encontrar. Lo bonito de Operación Sonrisa es que no hay competencia. Sencillamente lo hacemos de la mejor manera y al final todos logramos casi los mismos resultados. Generamos un estándar.
P: Hace poco realizaron un programa quirúrgico integrado únicamente por mujeres. ¿Cómo llegaron a esa idea?
R: La mayor parte de los voluntarios y el personal en Operación Sonrisa Honduras somos mujeres. Operation Smile realizó un programa ‘Mujeres en Medicina’ en Marruecos y se nos ocurrió hacer algo similar para conmemorar el Día de la Mujer Hondureña (25 de enero, ndlr).
Las mujeres sentimos empoderamiento, de que podemos hacerlo. Y fue posible porque la mayor parte del equipo somos mujeres.
Una de las voluntarias tiene que viajar entre tres y cuatro horas para llegar al programa. Ella tiene un hijo que nació con paladar hendido, que fue operado por Operación Sonrisa. Entonces se dijo ‘Operación Sonrisa operó a mi niño, entonces yo voy a ser voluntaria de Operación Sonrisa’. Y también ha acercado a más voluntarios.
P: ¿Qué es lo diferente que puede aportar un programa llevado a cabo solamente por mujeres?
R: El beneficio es porque nos conocemos, porque somos un equipo. El programa solamente con mujeres salió de maravillas, pero no se trata de excluir a los hombres.
Para mi fue una casualidad que solamente fuéramos mujeres. El resultado no depende de que seamos mujeres. No importa el género, cada profesional aprende a hacerlo al cien por cien.
Amaya cree que su trabajo con Operation Smile la ha hecho mejor cirujana y una persona más sensible. Fotografía: Operación Sonrisa Honduras.
P: ¿Han tenido quejas o reparos de parte de los familiares de los pacientes?
R: Nunca en todos los programas que he estado alguien dijo ‘no quiero que esa mujer opere’. Sí ha ocurrido que al verme creen que soy la enfermera. Pero les explico y no es un problema.
Cuando uno está en una organización como Operación Sonrisa deja a un lado el género. Aquí somos cirujanos plásticos, anestesiólogos, enfermeras, la profesión que tiene cada uno. Si lo haces bien, bienvenido.
P: ¿Cómo es la experiencia de ser una mujer en la Medicina en un país como Honduras?
R: Mi Papá era un hombre que defendía a las mujeres. Le decían que no me enviara a la capital a estudiar. Pero él siempre apoyó la idea.
Como mujer te hace comportarte un poco como hombre. Una se decide a lograrlo. Cuando empecé a estudiar Medicina la mitad éramos mujeres. Y éramos muy aguerridas, muy competitivas.
En mi generación nos graduamos ocho hombres y dos mujeres. Ahí fue complicado poder entrar a trabajar. Hubo que adaptarse. Volverse seria, decirme a mi misma ‘no me van a intimidar’.
Creo que soy la tercera mujer cirujana plástica en Honduras. Cuando empiezan a conocerte y a tu trabajo, ya ni te ven como mujer si no como una cirujana plástica. Actualmente soy la presidenta de la Asociación Hondureña de Cirujanos Plásticos.
Hoy Honduras tiene una gobernante, una presidenta en el Colegio Médico y casi todas las asociaciones médicas son presididas por mujeres.