Con gran tristeza anunciamos que, el 29 de junio de este año Carlos perdió su batalla contra COVID-19 luego de luchar valientemente en la primera línea de la pandemia. Tenía 63 años.
Su compromiso con los pacientes estaba profundamente arraigado en su espíritu de querer cuidar a las personas necesitadas.
“Carlitos seguirá enseñándonos la pasión y la ayuda desinteresada por el bien de los demás.”
– Silvana Espinoza, Voluntaria PIT de Operación Sonrisa Perú
A pesar de conocer los riesgos, Carlos lideró con orgullo un equipo apasionado de profesionales médicos y brindó el cuidado tan necesario a las personas afectadas por el coronavirus en su país.
“Todavía recuerdo mi última conversación con Carlitos,” dijo Anyela Quintanilla, Jefa de Programas y Clubes Estudiantiles de Operación Sonrisa Perú. “Nos comentó que le dijeron que podía irse porque era parte del grupo de alto riesgo, pero se negó a quedarse en casa. Decidió trabajar en el área COVID de su hospital, cuidando con pasión y amor a sus pacientes.”
Motivado por ayudar a los demás desde una temprana edad, Carlos comenzó su carrera como técnico en enfermería cuando tenía 20 años. Pero en el fondo, siempre aspiró a hacer crecer en su campo.
Años más tarde, con mucha persistencia y esfuerzo, Carlos se graduó de la Universidad Ricardo Palma a la edad de 50 años con un título en enfermería.
Con orgullo decía: “Soy el Licenciado Carlos Armas.”
Fotografía: Margherita Mirabella.
Después de convertirse en enfermero pre y posoperatorio de Operación Sonrisa Perú en 2008, Carlos demostró constantemente cuánto amaba ser voluntario y cómo ayudar a las personas era su mayor pasión.
Cuando la pandemia impactó a su país y a su gente, Carlos estaba decidido firmemente a cuidar a los pacientes, incluso si eso significaba sacrificar su propia salud, su propia vida.
“Soy un enfermero que ha empezado desde abajo,” dijo Carlos a las personas que le preguntaban por qué aceptaba el puesto en el equipo de respuesta al COVID-19. “No estoy asustado. Yo no arrugo.”
Carlos no era el tipo de persona que se quedaba quieta y miraba cómo la gente sufría. Su abnegación brillaba, no solo con Operación Sonrisa Perú, sino donde quiera que él podía hacer la diferencia.
“Es una gran pena para la familia de Operación Sonrisa Perú, te fuiste en tu ley, trabajaste hasta el final, te quedaste. Quisiste estar en esta lucha, terco de buen corazón, fácil era que estés en tu casa, lo podías hacer, era tu derecho, pero tú decidiste quedarte y seguir trabajando en la primera línea amigo.”
– Maribel Obeso, Enfermera voluntaria de pre y post operatorio de Operación Sonrisa Perú
Además de la pandemia COVID-19, Carlos también brindó sus servicios para cuidar a las familias afectadas por el brote de cólera en el año 1991 y durante el devastador terremoto que azotó Pisco, Perú, en 2007.
Incluso frente a la adversidad durante su tiempo trabajando en primera línea con pacientes de COVID-19, Carlos se negó a perder la esperanza.
“Nuestros pacientes ahora regresan a casa caminando,” había compartido Carlos con su equipo. “Las cosas están mejorando.”
Fotografía: Margherita Mirabella.
La gente se sintió atraída por el optimismo y la amabilidad de Carlos, no solo en la durante su servicio con los pacientes de COVID-19, sino durante cada misión médica de Operación Sonrisa.
“Muchas gracias, Operación Sonrisa. Mi familia y yo estamos muy agradecidos por su apoyo incondicional. Dicen que los amigos no solo están en los mejores momentos y en estas circunstancias se han portado como una familia. Mi papá desde el cielo estará siempre en nuestros recuerdos.”
– Karla Armas Moreno , Hija de Carlos Armas
Aunque Carlos ya no está con nosotros para ayudar a crear nuevas sonrisas, su impacto sigue vivo a través de sus amigos, familiares y pacientes que se sintieron conmovidos por su compromiso y entusiasmo de siempre hacer lo correcto.