
John Kenneth, de tres años, escucha el latido del corazón del anestesista voluntario Emilio Peralta durante su revisión médica integral. Su madre Yesenia, izquierda, la doctora Samantha Wilts de Estados Unidos y la anestesista residente Ligia Atz de Guatemala observan.

Pero también tenían esperanza.
Contrariamente a muchos padres, Yesenia sabía que existía la posibilidad de una cirugía. Un primo de su madre, que también nació con una hendidura, fue operado por otra organización.
Pese a que Yesenia se puso en contacto con Operación Sonrisa Guatemala apenas nación John Kenneth, el camino hacia una nueva sonrisa fue largo y pleno de desafíos inesperados.

John Kenneth es operado y fue uno de los 15 pacientes que recibió una asistencia que le cambiará la vida durante la misión. Los cirujanos plásticos Labib Samarrai, de Estados Unidos, derecha, y Pablo Ramazzini de Guatemala junto a la enfermera quirúrgica Grecy Queche trabajan juntos para lograr la mejor calidad de asistencia posible.
Años antes de su cirugía, cuando John Kenneth tenía 15 días de vida, Yesenia tomó un autobús durante cuatro horas para llegar hasta la clínica de Operación Sonrisa Guatemala.
Impulsada por el amor y la esperanza, estaba determinada a que su hijo recibiera asistencia. Realizó el mismo recorrido en autobús cada mes hasta que un día el equipo local le informó sobre una misión médica agendada para abril de 2020.
Yesenia temió lo peor cuando todo debió ser cancelado debido a la pandemia de covid-19.
“Tenía miedo de que nunca operaran otra vez y que John Kenneth tuviera que vivir con su rostro de esa manera para el resto de su vida”, reconoció.
Pero su esfuerzo dio sus frutos. John Kenneth tiene ahora una nueva sonrisa y un futuro esperanzador.

Lesli, la madre de otro de los pacientes, el pequeño Christopher, pasó por cinco ultrasonidos durante su embarazo, pero nunca supo que su hijo nacería con hendidura facial.
Luego del parto se dio cuenta de que algo no estaba bien porque su doctor demoraba su primer encuentro con el bebé. Cuando lo vio, sintió miedo y un impacto emocional.
Pero Lesli sabía que se podía reparar con cirugía. Era algo que ya había visto en familiares tanto por el lado de su madre como de su padre. Pero nunca se imaginó que su hijo tendría la misma condición.
Christopher nació en plena pandemia y en momentos en que comenzaba a expandirse por todo el país. Cuando Lesli se contactó con Operación Sonrisa Guatemala, la organización ya había postergado sus misiones médicas y estaba cerrada a las consultas presenciales.
Pero el equipo voluntario local nunca se olvidó de Lesli o Christopher. Por medio de teléfonos celulares le explicaron a Lesli cómo colocar una cinta adhesiva sobre su labio para poder alimentarlo.
Esto es algo clave en los niños con hendiduras faciales, porque corren riesgo de desnutrición, lo que puede acarrear otras enfermedades o incluso la muerte. Operation Smile ha establecido programas de nutrición en 10 países, por medio de los cuales asiste a decenas de niños.
La buena alimentación también es importante para que los pacientes lleguen en buenas condiciones de salud a enfrentar una cirugía.
Durante meses, el equipo de Operación Sonrisa Guatemala contactó a Lesli cada dos semanas. Cuando reabrió la clínica en marzo de 2021, ella traía a su hijo cada 15 días, un viaje de cinco horas desde donde viven.
Fue durante una de esas visitas que Operación Sonrisa Guatemala le informó sobre la próxima misión médica en la capital. Christopher superó con éxito la revisión médica integral y fue agendado para una cirugía. El entrenamiento y la educación son componentes vitales de cada misión médica para incrementar la capacidad quirúrgica local y proveer soluciones sustentables en los países en los que trabaja Operation Smile.
El cirujano plástico voluntario Labib Samarrai, izquierda, realizó su trigésima misión a fines de mayo de Guatemala. Allí ayudó a entrenar a su colega local Pablo Ramazzini, derecha.
Pablo está en proceso de acreditación con Operation Smile. Entrenar a profesionales médicos como él permite que luego tengan la capacidad de brindar cirugías seguras y efectivas en sus comunidades locales.

La directora de Desarrollo de Operation Smile, Kendra Davenport, comparte un momento especial con Gerson Eduardo, de 15 meses, luego de su cirugía.

“Creo que mi equipo en Virginia Beach [donde está situada la sede mundial de Operation Smile] es increíble y me explicaron con detalle todo lo que sucede durante una misión y cuáles son los obstáculos y desafíos. Pero verlo todo de cerca ayuda a creer y a entender”, dijo Kendra.
“Ciertamente pienso que los obstáculos y desafíos son enormes, pero la alegría que siente todo el equipo cada vez que un paciente sale del quirófano es algo palpable. Para mí, como madre de un niño que debió ser operado, es un gran salto de fe entregar a un hijo a esa operación”.
