Cada vez que Operation Smile realiza una misión médica con la participación de estudiantes voluntarios se establece una sala de juegos. Es una zona un poco diferente a los necesarios ambientes esterilizados que requiere una cirugía.
Los voluntarios y especialistas aprovechan ese espacio para calmar y distraer a los pacientes por medio de terapia del juego. También se aprovecha para informar a sus familiares sobre la operación.
Rocío, una psicóloga de Operación Sonrisa Honduras, en cuclillas junto a Lioia le explicó que “no había nada de qué preocuparse. Ella tendrá la mejor asistencia. No te preocupes”. La consoló con una sonrisa y una mano sobre uno de sus hombros.

Un momento de madre e hija durante la espera para una revisión médica integral. Foto: Jasmin Shah.
Lioia y su esposo Jorge acercaron a sus mellizos a una misión médica de Operation Smile en Tegucigalpa, Honduras. Su hijo Donari nació con una hendidura de labio unilateral y su hija con hendidura bilateral y también de paladar. Donari ya había pasado por la cirugía y se había reencontrado con su pelota de fútbol favorita al tiempo que su hermana Katherine era alistada para la operación.
Rocío enseñó a Lioia y otros padres una carpeta con fotos que explican paso a paso cómo se realizan las cirugías. La presentación finalizó con varias páginas de fotos de niños operados, cuya vida había cambiado gracias al apoyo de los donantes que permiten el trabajo de Operation Smile.
Aunque Lioia escuchó con atención, ella ya conocía el proceso. Tienen un hijo mayor que recibió cirugía por su labio hendido a los ocho meses de edad en una misión anterior de Operation Smile.
Por más que ya lo había vivido todo, nada podía aliviar su preocupación según explicó.

Donari nunca se separó de la pelota que recibió en la sala de juegos. Foto: Jasmin Shah.
“Estoy contenta, emocionada, pero nerviosa”, dijo. “Sé que estará bien, pero igualmente tengo miedo por ella”.
Su hijo mayor está muy bien y casi no le han quedado cicatrices de su operación.
“Cuando nacieron Katherine y Donari estaba asustada, pero no tanto como lo estuve con mi hijo mayor”, explicó. “Esta vez sabemos qué hacer. Tenemos esperanza. Sabemos que Operation Smile puede ayudarnos otra vez”.
Y la esperanza es poderosa. La familia caminó durante dos horas y luego tomaron un autobús durante cuatro horas más para llegar a la misión de Operación Sonrisa Honduras. El mismo recorrido que habían hecho seis años antes con su hijo mayor. Lioia dijo que enfrentaría cualquier distancia para conseguir ayuda para los suyos.
“Existe una solución para mis hijos. Operation Smile brinda esa solución. No tenemos dinero para ir a una clínica privada por ayuda”, dijo. “Me siento feliz por Operation Smile. Gracias, gracias por ayudar a todos mis hijos”. Si puede (y en el momento en que pueda), ayúdenos a cumplir nuestra promesa de cuidar a los niños y generar esperanza.