Triplica tu Impacto

Foto cortesía de Robert Beinrauh.
Robert trabaja en cirugía plástica y reconstructiva en el centro Kaiser Permanente de West Hollywood, California. Se vinculó a Operation Smile cuando completaba su residencia en la Universidad estatal de Michigan.
Su mentor, el Dr. Steve Naum, es un voluntario de larga data que sigue involucrado en nuestros programas hasta la actualidad. Fue Steve el que alentó a Robert a buscar una beca en la organización y en 2010 fue elegido por nuestro cofundador el Dr. Bill Magee para unirse al equipo de becarios internacionales.
Fue en esos años cuando descubrió su pasión.
“Luego de esa experiencia supe que estaría involucrado con esta organización de por vida”, dijo. “Vi de primera mano el trabajo y el esfuerzo que se realiza en todo el mundo para ayudar a los niños y quedé enganchado”.
Steve Naum también cumple un papel en las rotaciones en entrenamiento en Ruanda. El programa comenzó en parte porque solamente había dos cirujanos plásticos para casi 10 millones de personas. Cuando Steve le propuso asistir en el entrenamiento, Robert no lo dudó.
Nos relató su experiencia como voluntario de Operation Smile y su trabajo como cirujano plástico.

El cirujano plástico Lalatiana Andriamanarivo de Madagascar repara el labio hendido de un paciente al tiempo que los cirujanos Sitraka Raotoson de Madagascar, Robert Beinrauh de EEUU, centro, y el interno de medicina general Godard Rostand de Madagascar observan durante una misión en Madagascar. Foto: Rohanna Mertens.
Pregunta: ¿Qué fue lo que te inspiró a estudiar Medicina? ¿Siempre quisiste ser un cirujano?
Respuesta: Mi interés en la medicina nació del deseo de realizar tareas en todo el mundo. No sabía qué o cómo en ese momento, pero en el colegio universitario buscaba unirme a los Cuerpos de Paz. Luego de varias conversaciones concluí que un título en medicina me podría abrir muchos caminos para ayudar a la comunidad internacional. Sabía que ese era mi sendero y ajusté mis estudios para pasar de un título en Historia a la escuela de Medicina. Fui aceptado por la Universidad Rush y el resto es historia.
P: En tu opinión, ¿cómo describirías los beneficios en salud que reciben los pacientes de Operation Smile luego de una cirugía?
R: Los beneficios son importantes. Los niños y adultos necesitan un paladar que funcione para hablar correctamente. Una de las cosas más importantes que necesitan los seres humanos es la habilidad para comunicarse. Brindar esta habilidad a las personas abre su vida a innumerables oportunidades. Y en lo que respecta a la salud mental cuando se repara un labio hendido o un paladar hendido, es algo difícil de cuantificar.
Es probable que las niñas y niños que no reciben cirugía nunca puedan casarse, tener su propio hogar o una carrera satisfactoria. De alguna forma se les ahoga el potencial de vivir una vida plena y feliz. Es realmente imposible medir cuál es el alcance y el poder de cambiar todo esto para ellos con una cirugía. P: ¿Qué es lo que más te gusta de ayudar a pacientes de todo el mundo a sonreír y vivir de una forma más saludable y feliz?
R: Amo este trabajo. Tener la habilidad de cambiar la vida de las personas para mejor y poder ver su alegría y felicidad, y la de sus familias, es indescriptible. Ser voluntario de Operation Smile me permite afectar a las personas en una forma positiva, cuando nunca en sus vidas tuvieron la oportunidad de recibir cirugía, ni siquiera ver a un doctor. Honestamente, la razón por la que la mayoría de las personas se toma el tiempo para convertirse en médicos es para ayudar y mejorar la vida de otros.
P: ¿Puedes relatarnos un momento que haya tocado con más fuerza tu corazón durante una misión?
R: Estaba en Kinshasa, República Democrática del Congo, terminando una cirugía en el último día de la misión. Al ser el último paciente del día, todo el mundo había empezado a limpiar y ordenar a mi alrededor. El coordinador clínico se acercó a la mesa de operaciones y me dijo que habían llegado dos pacientes. La misión casi había terminado, pero la historia era que este chico de 13 años y su hermana de 7 habían pasado tres días en una balsa en el río Congo, sin sus padres, con el fin y del deseo de recibir cirugía. Nunca habían visto a un doctor antes.
Mi corazón me dolía por ellos, por su viaje y por su deseo de cirugía. Los agregamos a la agenda por supuesto y pudimos operarlos a los dos. Todavía se me llenan los ojos de lágrimas cuando pienso en su fortaleza. Nunca los olvidaré.