Los últimos días habían sido un torbellino de emociones. Un difuso y oscuro recuerdo de voces de médicos que le decían que sería una niña con “necesidades especiales” o que era una niña “enferma”.
Justina comenzó a pensar incluso que quizá era mejor que su hija muriera, incluso ella misma se quería morir. Atrás había quedado la grata sorpresa cuando fue a hacerse un chequeo por lo que pensaba eran los inicios de la menopausia a los 37 años y se enteró que nada de eso, que estaba embarazada.
Durante los nueve meses de espera no hubo señales de que Annika tuviera labio hendido.
Pero de nada le servía a Justina recordar otros tiempos ante la dura realidad que debía enfrentar con su hija recién nacida.
Fotografía: Margherita Mirabella.
Se refugió en la religión y gracias al apoyo de su esposo y sus dos hijas mayores tuvo las fuerzas para ocuparse un poco de sí misma y acudir a un psicólogo.
El terapeuta puso las cosas en su lugar según afirma Justina. Primero le hizo ver que ella sufría una depresión postparto y, más importante, que Annika era una niña perfectamente normal más allá de su labio y paladar hendidos.
También la ayudó a superar el miedo, calmarse y enfocarse en lo que debía hacer para asistir a su hija de forma más efectiva.
Y fue ese terapeuta quien le habló por primera vez de Operación Sonrisa Bolivia y su programa en conjunto con el Banco de Crédito (BCP).
Y desde ese momento todo empezó a verse diferente. Había una luz de esperanza.
Fotografía: Margherita Mirabella.
Acudió al banco y cuando intentaba explicarle su situación a un guardia de seguridad fue escuchada por una empleada de la limpieza que le recomendó que hablara con Javier Valenzuela.
Valenzuela resultó ser el gerente del programa Operación Sonrisa Bolivia y el BCP en su calidad de encargado de la Responsabilidad Social Empresarial.
Gracias a él pudo coordinar una primera revisión médica de Annika que tendría lugar en La Paz y en Cochabamba (oeste).
Tras esta le dieron luz verde para la operación que tendría lugar en Santa Cruz (este).
Justina pensaba cómo hacer para llegar hasta allí cuando se enteró de que Operación Sonrisa Bolivia le daría los boletos para el viaje, suministros y alojamiento. Incluso organizaron una visita al zoológico de la ciudad. Annika superó la revisión médica integral y fue operada en un día que Justina recuerda como uno de muchos nervios, ansiedad y una enorme alegría tras la intervención.
El viaje de regreso a La Paz en el autobús fue muy diferente al de la ida unos días antes.